Dudas y dudas, y vuelves a dudar de ti.
De tu intención y de tu corazón.
¿Acaso no fuiste sincero?
Tu sistema de valores se resquebraja
y sobre ti, recaen tus ideas
afiladas como navajas.
Cortan los hilos que te sujetan al cuerpo.
No hay delicadeza en sus movimientos,
son agresivos y decididos.
Generan espacio y alargan el tiempo,
para distorsionar el momento.
La duda es, al igual que la idea,
un producto de nuestra cabeza.
Un ejercicio para reflexionar.
Un juego mental de pros y contras.
Una herramienta que nutre el intelecto.
Y de pronto, cómo cuando Mona
te presentó aquel graffiti que decía:
“El instinto no miente,
tan sólo la mente se arrepiente”
Resuena en tu azotea:
“No conviertas la duda en culpa.”